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Reparación móviles – Una pequeña puerta a un universo infinito

Quizás fue un accidente, un desafortunado momento de falta de equilibrio, una acción deliberada en un acto de rabia y frustración, un defecto de fábrica que tardó en manifestarse o solo un niño curioso de manos torpes.

Si se le explicara a alguien de la antigüedad, o apenas de cien años atrás, que es posible estar conectado a una red invisible, donde gente de todo el mundo contribuye a poner información y que se puede acceder desde cualquier lugar con un aparatico del tamaño de la mano. Probablemente lo siguiente que pasaría es que, tendríamos que salir corriendo para escapar de un hospital psiquiátrico.reparacion moviles

El planeta y las culturas han cambiado, y el estar acoplado a una conexión flotante invisible se ha vuelto casi una necesidad básica. Aunque nada supera el ir a la biblioteca para investigar, tener una conversación de frente con otra persona, guardar románticamente cartas del ser amado, o pasar la tarde participando en juegos de mesa con los amigos.

Pero lo cierto es que, el ritmo de vida frenético de la época moderna exige velocidad y flexibilidad. Y la capacidad de poder responder una pregunta al momento, o comunicarse simultáneamente con personas que están a pocos kilómetros, en el país vecino o aún en otro continente, lo deja a uno atónito y maravillado.

Y él no tan humilde teléfono móvil es el que nos permite realizar todo esto. Así que independientemente del tipo de avería sufrida, es entendible el pánico que sentimos cuando sucede. Porque estos equipos no suelen ser baratos, por lo menos no los nuevos.

E incluso si la persona se pudiera permitir el adquirir el último modelo recién salido de la fábrica cada vez, la molestia de tener que configurar todos los elementos hasta que estén al gusto y medida del usuario es considerable.

En conclusión, por cualquier razón, pragmatismo o sentimentalismo, a la hora de un problema con uno de los símbolos icónicos de la tecnología moderna, siempre es mejor considerar repararlo que simplemente desecharlo. Aunque solo sea para después regalárselo a alguien.

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